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REGISTRO DE OBRAS

Viaje por Italia por A. de Azcárraga (19)


Cap. XII, pp 160: (...)

"La abrasadora lluvia siguió cayendo sin interrupción y los pompeyanos murieron asfixiados en sus casas, sepultados bajo cinco metros de cenizas. Plinio el Naturalista pereció en éste terremoto, y las noticias sobre el desastre las debemos principalmente a las admirables cartas que su sobrino, Plinio el Joven, escribió al historiador Tácito.
Y en el siglo XVII, perteneciendo Nápoles a la corona española, el Vesubio entró de nuevo en erupción y los napolitanos, según costumbre, sacaron en procesión la ampolla de la sangre de San Jenaro.

La catastrofe produjo esta vez doble número de víctimas que la del Siglo I, pero no lacanzó su fama. No tuvo su Plinio; y, a los efectos humanos, las cosas no existen si no hay un artista que se ocupe de ellas.

En el siglo XVIII, las antigüedades se pusieron de moda, y las casas reinantes dieron el ejemplo. El rey de Nápoles, que luego seria Carlos III de España, y su esposa la reina Amalia iniciaron las excavaciones, que prosiguieron sus sucesores.

Entre ellos, José Bonaparte –luego también, aunque intruso, rey de España-- y el que le reemplazó en el trono, su cuñado Murat.

La esposa de éste, Carolina Bonaparte, lo tomó con tal entusiasmo que los encargados de los trabajos, por darle gusto, cuando tropezaban con algo de interés lo enterraban de nuevo y preparaban su descubrimiento para una visita de la reina.

Y a poco, averigüado y asimilado el truco, la misma reina fabricaba hallazgos para sus visitantes: diversión y travesura muy propias de la época de la Ilustración.

Lo primero que vimos en Pompeya fue un pequeño museo, el Antiquarium. Había en él objetos domésticos y útiles de trabajo de los antigüos pompeyanos; algunos alimentos petrificados, como panes y nueces; estatuas de los templos y, unas vitrinas semejates a féretros, las reproducciones en yeso de los cuerpos de algunos pompeyanos muertos en el terremoto. Estas esculturas polverientas tenían un aire siniestro.

--- Son repulsivas --- dijo Harriet ---. ¿Cómo las han hecho?
Nos lo explicó el encargado. Las cenizas que abrasaron a las víctimas se petrificaron en torno a ellas, conservando la forma de los cuerpos, que se disolvieron después en su pétrea envoltura.

A un arqueólogo se le ocurrió rellenar el espacio vacío con yeso líquido y esperar a que se solidificara.

Despues al romper el molde de piedra, salía la escultura más o menos perfecta.

Acompañados de un jóven estudiante que hacía de guía, salimos a ver el Foro, plaza rectangular con columnatas, en torno a la cual se veian los restos de la basílica y de los templos dedicados a los dioses favoritos de los pompeyanos, Apolo y Venus, y también los egipcios Isis y Osiris.

---Son muy pequeños estos templos--- opinó Harriet.
---Los templos paganos---dijo el estudiante en tono doctoral---no eran lugares de reunión de los fieles, como nuesTras iglesias. Eran sólo la morada de un dios, un relicario para su estatua.

En los muros de algunos edificios vimos muchos letreros pintados o rayados. Unos tenian caracter electoral; otros, la mayoría, giraban en torno al eterno tema: el amor.

El guía nos tradujo la inscripción de un exceptico de hace dos mil años: "Uno quiere y otro es querido y yo me río de todos". Y la apostilla puesta más abajo por un ironico: "El que se ríe también ama".

En la pared de una taberna alguien había estampado ese deseo: "Ojalá te ahogues en tus mentiras, tabernero, que nos das vino aguado mientras tu lo bebes puro".

Pero la inscripción que mas me divirtió, por el suceso que me hizo recordar, fue el anuncio de alquiler de una casa que terminaba así: "Si se estableciera casa de prostitución, el arrendamiento quedaría anulado". (...)
Nos adentramos luego por unas estrechas calles, con baldosas poligonales de lava prehistórica y aceras muy elevadas.

Como no habáa alcantarillas, – dijo el guía --, las aceras tenían que ser muy altas, pues porque aquí corría mucha agua los días de lluvia. Pero, como verán por estas tuberias – y señaló unos tubos de plomo adosados a una pared--, Pompeya ya tenía conducción para el agua potable.

La ciudad había adoptado el modo helénico de cosntruir y de vivir de la vecina Nápoles-- antigua Neapolis, fundada por los griegos--. Sus casas, hechas con flojas paredes de mampostería o de adobes blanqueados con cal, se reducían a unas pocas y pequeñas habitaciones en torno a un patio. No solían tener ventanas, salvo en el piso superior –cuando lo había, que era muy raro ---.

La falta de ventanas y endeblez de los muros explica que el nombre de ladrón en griego signifique "agujereador de paredes". De haber ventanas se le hubiese llamado "rompeventanas" o algo parecido.
Entramos en algunas casas más grandes y mejor conservadas, que tenían fachada de piedra, un atrio y un patio rodeado de columnas.

En la llamada casa de los Vetti, habia un gran estanco con peristilo. Las paredes, pintadas con el tipico rojo pompeyano (...) aparecían decoradas con temas mitológicos. En una pequeña habitación,en la que el guía solo permitió entrar a los hombres, había un dios Priapo que hacia de fuente y unas pinturas obsenas en las paredes.

Todos los turistas varones se atropellaban por entrar. Pero Harriet se asomó también y salio diciendo desdeñosamente:

--Es pornografia vulgar.

Nihil novum sub sole – comentó su marido.

Vimos también la causa de Fauno, una mansiVn patricia donde fue hallado, decorando el pavimento del salón, el famoso mosaico de la batalla de Alejandro y Dario. Este mosaico, como casi todo lo interesante encontrado en Pompeya, fue trasladado al museo de Nápoles. (...)

Por un camino florido subimos hasta la Villa de los Misterios, ya un tanto alejada de Pompeya. Un par de veces nos detuvimos para contemplar el Golfo de Nápoles que en aquella hora, a nnuestros pies, era un zafiro inmenso veteado por la espuma de las ondas marinas.

La Villa de los Misterios debe a su nombre debe su nombre a las pinturas de una de sus salas, pinturas cuyo tema sea son los ritos dionisiacos.

Se cree que era la dueña de la casa la que aparece como novicia, muy ligera de ropa, en los diversos momentos de su admisiVn a la secta de Dionisios. En aquella época, pese a la prohibición del Senado, se habían puesto de moda se habían puesto de moda los cultos secretos de Grecia y Egipto, en los que, mediante ciertos ritos, se procovaba en los adeptos un estado de ánimo, mezcla de pavor y erotismo.

– Al descubrir este edificio –dijo el guía-- hubo que hacer un alto en las tareas de desencombro, a causa de los gases que despedían los cadáveres sepultados.

John hizo una observación macabra: – No imaginaba esa tenacidad química en la carroña humana. Después de dos mil años!
Las pinturas murales de esta Villa de los Misterios son en realidad griegas, como toda Pompeya. Tienen gran belleza y, lo que me pareció digno de anotarse, están mucho más cerca de las pinturas al fresco del Renacimiento que de todo el arte bizantino y romanico de los siglos intermedios.

Al volver hacia el coche, John dijo:
Esta ciudad resucitada es muy interesante; pero más desde el punto de vista histórico y cultural que desde el artístico. Y la impresión general que deja es un poco triste.

– Claro, asintio Harriet –, Porque no es como has dicho tu y dice la propaganda , una ciudad resucitada, sino sólo desenterrada y recuerda a los cementerios.

--Es verdad – dije yo –. Pompeya es la momia de una ciudad.

Cuando les hablé después de que el primero que dirigió las excavaciones fue un español llamado Alcubierre, que era coronel de ingenieros, John mostró por este personaje, pero yo no tenía mas datos y solo puede añadir el nombre de otro que también dirigio estos trabajos, Alejandro Dumas.

(sigue...)

 

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