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Economía y Cultura por la Redacción del Blog
La Economía y la Cultura... ¿se relacionan en algo?
Quizá un tema que se trata poco y que mucha gente ignora es que hay un estrecho vínculo entre el
desarrollo económico personal y la cultura que una persona adquiere en su vida.
Iniciar el estudio de una lengua, por ejemplo: tener la oportunidad de ser bilingüe y crecer en un
ambiente con más de una lengua hablada desde pequeños, puede marcar un destino distinto en los niños.
Cuando hablamos de cultura se piensa que es un tema relacionado sólo con la elite y no se piensa que puede ser un modo sencillo de lograr mejores posibilidades personales.
Existe, sin embargo, una relación proporcional entre la educación y el desarrollo individual de las personas, entre el
aprovechamiento de la formación y su relación con un mejor manejo de las posibilidades de los individuos, con el acceso a
otros medios y recursos.
En ese sentido, conocer y disfrutar de lecturas, visitas guiadas a museos y exposiciones, talleres de
arte, conciertos, teatro o danza facilita que el horizonte y la capacidad de aprendizaje o adaptación
a diferentes medios se vea favorecido.
Existen estudios que comprueban que el desarrollo económico de un país se ve incrementado
cuando las personas han tenido oportunidad de ser parte de experiencias que, no siendo cotidianas,
han enriquecido su visión del mundo a través de la cultura en sus distintas formas de expresión.
Actualmente en muchos lugares, se estimula más el aprendizaje online que el presencial; y esto es así porque
continuamente se crean ofertas que siendo mayormente gratuitas se pueden seguir en cualquier parte del mundo; son los
llamados cursos MOOC. Basta disponer de un terminal y una red y dedicar un poco de esfuerzo a estudiar cosas nuevas,
que pueden ayudarnos a mejorar el rendimiento profesional o de estudios. Es, posiblemente ¡la escuela del futuro..!
Me gustaría tocar el caso particular del arte. Mucha gente no ha pisado nunca un museo o una
muestra en alguna galería de arte, porque existe el prejuicio de que esta reservado sólo a gente
rica y que se ha educado especialmente para ello.
Pero lo cierto, es que el arte como forma de expresión, practicamente exclusiva del humano, esta
presente en todas las culturas.
Desde los egipcios, incas, mayas, chinos, hindúes...hasta los pueblos más remotos o alejados del
planeta, en algún momento (como lo demuestran las pinturas rupestres o artículos de orfebrería o tejidos o cerámica, o
formas de comer), han tenido en ello un modo de comunicar y expresar sus particularidades a través del arte.
Existe incluso una forma de economía sobre este tema, en el cual se analizan los cambios sucedidos en la historia para dar
lugar a lo que se llama economia de la cultura. Y esto incluye no sólo los conocimientos más básicos, sino también los
mas especializados como la oferta y demanda de obras de arte, la historia del arte y de la economía de arte, mercado de
trabajo de los artistas, gestión de museos, coleccionismo, etc.
Los campos pueden parecer variados e incluso desligados entre sí: una persona amante del arte no
tiene necesariamente que interesarse o conocer el mundo de las galerías de arte o los precios de
una obra o participar en subastas. Pero no hay tampoco ningún motivo para que no lo haga.
Y desde este punto de vista, el arte puede revolucionar la vida de la gente.
Porque acercarse a este campo, tantas veces desconocido y pensado solo para unos pocos, en
realidad ofrece muchas posibilidades sea para los aficionados como para quienes pueden ver en ello
una forma de inversión y rentabilizarlo. Siendo un tema todavía muy desconocido, interesarse en los costos de una subasta
puede sorprender a más de uno: existen muchos ejemplos de obras de arte que alcanzan precios exorbitantes en el
mercado y pueden incluso parecernos que, aparte de tener un autor famoso, la obra en sí...quiza no lo merece tanto.
Sin embargo, mirar alrededor, cualquiera que sea nuestro lugar de residencia, puede llevarnos a
apreciar no sólo las creaciones de artistas en edificios y monumentos (desde los Streetart del spray
a quienes dibujan con tizas en la calzada a obras de arte medieval)...sino también inspirarnos a
conocer más sobre un determinado artista. Y en un plazo corto, dedicando algunas horas a la
semana (sea leyendo en una biblioteca, mirando videos o siguiendo un MOOC, o un seminario), irá
acrecentando vuestros conocimientos y facilitando que vuestra visión del cotidiano sea mucho más
amplio.
El capital cultural (tangible e intangible) en el mundo es inmenso y conocerlo y difundirlo puede ser fuente de riqueza no
sólo monetaria sino personal.
Sorprenderse conociendo un solo autor (para empezar): su obra, su inspiración, sus técnicas, su estilo, su época, sus
vicisitudes... les llevará a hacer que la cultura os abra otras puertas y posibilidades personales, facilmente.
Este es un tema que apasionará a más de uno y os invito a pensarlo y aplicarse en ello: quedarán
muy satisfechos y tendrán un tema (sobre el cual charlar o compartir o debatir) muy interesante
que quedará siempre en vuestra mente y les enriquecerá de por vida.
(Notas de: "Economia de la Cultura. Una nueva área de especializacion de la economia".
Revista de Economía Institucional, Vol. 12 N°22, Primer Trimestre/2010. Pp.: 129-165. Créditos Fotos: Google; obras de los artistas: Rothko, Basquiat, K. Haring y Boccioni).
Pisa, 2019. La redacción del Blog (This email address is being protected from spambots. You need JavaScript enabled to view it.)
Viaje por Italia (21) por A. de Azcárraga
Viaje por Italia (21)
Pg. 175.
...
"Vista de lejos semejaba el lomo de un gigantesco camello. Una de sus jorobas la forma el cabo que se enfrenta, a través de un pequeño estrecho, con la península de Sorrento; la otra, mucho más voluminosa y elevada la constituye el monte Solaro. En la depresión entre ambas se agrupa el pueblecito de Capri, y mucho más arriba, sobre un bastión del monte Solaro, se asienta Anacapri, el otro poblado de la isla.
Al pie del Solaro, a nivel del mar y penetrado por sus aguas, vimos el pequeño agujero, de poco más de un metro de alto, que da entrada a la Gruta Azul. En sus proximidades nos esperan veinticinco o treinta barcas de remo, que nos rodearon al llegar. Nuestras embarcaciones ajustaron unas escalas al costado y por ellas fue trasladándose el pasaje a las barcas.
El transbordo se hacía con suma rapidez. Dos marineros arriba y el barquero abajo ayudaban a los turistas y, como el oleaje balanceaba un poco las embarcaciones, tomaban en brazos a los vacilantes o menos hábiles.
Cargada ya la barca, el barquero, con unos golpes de remo, se aproximaba a la boca de la Gruta y, antes de entrar, obligaba a los turistas, cogiéndolos o empojandolos, a tumbarse en el fondo.
Tan expeditivo proceder venía forzado por a diferencia de idioma y para evitar que los turistas se golpearan la cabeza contra el rebajadísimo tunel de acceso, que había que enfilar rapidamente para no ser desviados por las olas.
Fue en esta maniobra de entrada cuando Pajarito Frito, que iba en la barca delantera a la nuestra, se cayó al agua. No del todo; ella se había incorporado en el peor momento y, al recibir el empellón del barquero, perdió el equilibrio. Se apoyó en la borda, pero basculó y metió en el agua la cabeza y parte de los hombros.
John y yo, desde nuestra barca, alargamos los brazos y crepo que John llegó a tocarle la melena; pero ya su barquero la había cogido y la izó rapidamente. Todo quedó en un simple remojon; y la pobre chica aun nos dirigio, mientras se secaba la cara con un pañuelo, una sonrisa de agradecimiento por nuestro inútil gesto.
--Tenía que hace su numerito – comentó después Harriet ---. Se estaba haciendo la interesante desde anoche.
--- No me dirás que se ha caído adrede – dijo John.
-- No estoy segura. Ni de que el caballero al que guardaba asiento en el barco no fuera un producto de su imaginación.
El paseo por la Gruta fua algo visto y no visto. La acumulación de turistas era considerable y allí dentro no podían evolucionar más de tres o cuatro barcas. Así, todo quedo reducido a entrar, dar una vuelta y salir. Ni siquiera los remeros, según costumbre, cantaron barcarolas. Pero valía la pena.
La Gruta azul es una caverna abovedada de una anchura de treinta metros y una altura de quince.
Su tamaño, pues, comparado con las grutas mallorquinas, es ridículo, y carece también de su bella decoración de estalactitas. Todo su encanto, real e indiscutible, proviene de la magia de la luz.
Cuando el sol esta en alto –las horas en torno al mediodía parecen ser las mejores--, son escasos los rayos que pueden penetrar por la angosta abertura. De estos rayos, unos se reflejan sobre la superficie líquida y colorean las paredes con su azul; otros atraviesan el agua, de una transparencia absoluta en sus cincuenta metros de profundidad y, al reflejarse sobre la blanca arena del fondo, dan a la masa líquida una extraña opalescencia.
Harriet sumergió un brazo en el agua e instantaneamente apareció cubierto de puntos brillantes, con pálidas perlas. Y no era sugestión causada por la belleza de su torneado brazo; el vulgar remo de la barca ofrecía el mismo sorprendente fenómeno.
En tiempos de Tiberio no podría observarse tal efecto. La caverna, entonces a más alto nivel, no estaba invadida por las aguas, lo que permitió al emperador acondicionarla para sus festines, con nichos excavados en la roca y estatuas de divinidades.
Después, a lo largo de los siglos, un lento y persistente fenómeno –bradisismo lo llaman los geólogos--- ha provocado el hundimiento de la gruta y de todo el promontorio.
De la boca pasamos de nuevo a la gasolinera, que nos llevó a la Marina Grande de la isla, donde desembarcamos y, desde este puertecillo, un funicular nos subió a Capri, que está a cien metros de altura. Para subir hasta Anacapri, que está a trescientos, ya no hay funicular.
Capri es una población muy linda y coquetona, con calles tortuosas y casa blancas de uno o dos pisos. En algunas lujosísimas boutiques, tan elegantes como las de Paris o Roma, con amplios escaparates que ocupan toda la planta baja.
En la plaza del pueblo había unos autobuses, de aspecto un poco estrambóticos para subir a Anacapri.
Eran descubiertos, para que el pasajero viera mejor los panoramas del trayecto, y ridículamente estrechos, porque la carretera, tallada en parte en roca viva, es muy angosta y los autobuses del tamaño habitual no podriían cruzarse en el camino.
Subimos a unos de ellos, ya casi totalmente ocupado por un grupo de turistas italianos. No era autobus de línea; pero la señora que hacía de cicerone de este grupo nos dejo tomar asiento en él.
Esta amable guía tendría unos sesenta años, una bonita cabeza de ondulado pelo blanco y un aire simpático y juvenil.
La carretera que asciende hasta Anacapri iba serpenteando entre frondas y vergeles. La península de Sorrento y la bahía se ofrecían a cada vuelta bajo nuevos ángulos.
Sus formas armoniosas, la pureza del cielo la diafanadidad del aire, el arbolado y la vegetacion, todo lo que iba descubriendo según trepaba el grotesco carricoche, me hacía pensar en la luminosa Grecia imaginada y nunca vista. Pero John, que sí que había estado, la evocó durante el trayecto: – Todo este panorama-- es perfectamente griego.
La cicerone nos señalaba las villas de personalidades famosas: ...la de Ginger Rogers, la casa en que vivió Gorki, el hotel donde pasó el rey Faruk su segunda luna de miel...
También nos señaló los restos de la villa de Augusto, el emperador que hizo de Capri su dominio privado, y la mansión donde su sucesor, el misterioso e hipocondríaco Tiberio, paso los últimos años de su vida. Y, como era inevitable, hizo alusión a las orgías que allí celebraba.
Yo me permití mostrarme escéptico: – Sospecho que esos libertinajes son pura fábula. Cuando Tiberio se retiró a Capri no debía estar muchas lozanías. Tenía cerca de setenta años.
--- Eso no es un motivo --- me replicó la guía.
--- ¿Usted cree?
--- Señor, yo soy casada--- declaró con una sonrisa de suficiencia.
--- Mis parabienes señora –le dije, pues ya no se me ocurrió otra cosa que decir.
Pero ahora, aunque me sonreía interiormente al recordar el tono categórico con que pronunció Signore, io sono sposata, pienso que la primaveral señora estaba en lo cierto.
Al fin y al cabo, la edad no es un obstáculo para la supervivemcia de la afición.
Anacapri, con sus casitas encaladas, tiene algo de oriental. Sus cuidados y floridos caminos zigzagean por entre villas muy lindas, enclavadas en unos rincones de ensueño. Nosotros echamos a andar por el viale Axel Munthe, ancho sendero umbroso y flanqueado de tiendecillas con chucherías y recuerdos.
Al final de este camino dimos con la villa que Harriet buscaba, la que construyó Axel Munthe sobre los restos del convento San Michele.
La cifra más alta que he pagado en España por visitar un monumento fue en el Palacio Real de Madrid --- que no lo vale---; la más alta en Italia fue por esta Villa San Michele –que tampoco lo valdría a no ser por su jardín y panorama--.
La casa, espaciosa, estaba amueblada con muebles antíguos y adornada con estatuas, fustes de columnas y fragmentos de marmoles hallados en la isla. En el dormitorio habia una estatua de Apolo y otras de febos. Y en la pared de la habitación contígua aparecía escrito, en francés un lema: Oser, Vouloir, Se Taire.
Esta casa, y sobre todo su jardín, escalonado en la montaña, daban una grata impresión de paz, como toda la isla. Era una autentica delicia pasear por aquella umbria aspirando su fragancia y, desde la pérgola, contemplar alla abajo el caserío de Capri, la península sorrentina y la inmensidad azul de la bahía.
En esta casa y este jardin vivió bastantes años el célebre doctor sueco Axel Munthe, médico de reyes y gran amante de los animales, del que todos ustedes habrán leído su famoso libro autobiografico "La Historia de San Michele", que ha llevado a Capri más turistas que la leyenda de Tiberio.
Y por cierto, que si hace muchos años que leyeron ese libro y les gusto, como a mí, les aconsejo que no lo vuelvan a leer.
Es libro para leer en la primera juventud; y me temo que si ahora lo leyeran es parecería un monumento de cursileria, de cursileria narcisística. Y no digo mas, aunque lo pienso. Aquellas estatuas en el dormitorio, aquella inscripción puesta por el doctor en la pared...
Esto que digo me abstuve de manifestarlo entonces por consideración a Harriet, de nacionalidad sueca como el doctor Munthe. Pero Harriet, que también había leído el libro, me hizo un comentario, tal vez de más alcance del que lla misma le concedía:
– Es un libro muy interesante, pero en el que me parece que hay demasiadas páginas dedicadas a bichos. Axel Munthe tenía por los animales el amor de una solterona inglesa.
Comimos en el mismo Anacapri, en el hotel San Michele, al borde del acantilado. Desde los ventanales veiamos la estatua de Tiberio, que presidía un jardin vecino, y al fono la mole cónica del Vesubio. La isla carece de agua y quizá por eso era tan bueno el vino. El que a nosotros nos sirvieron era de la Vinicola Tiberio. Allí lo que no se refiere a Axel Munthe se refiere a Tiberio; ambos personajes llenan todas las crónicas de la isla.
Cuando bajamos a Capri hallamos reunidos en la plaza los mismos turistas con los que habíamos subido, ya dispuestos a montar en el pintoresco autobus para ir a Marina Grande y embarcarse. Pero el conductor del vehículo y otro de un coche particular estaban ensarzados en una inacabable discusión sobre quién debía maniobrar primero para dejar paso al otro.
Les rodeaba un buen corro, del cual formaba parte la amable y juvenil guía. El urbano de la plaza, muy próximo también, miraba sonriente y sin la menor intención de intervenir.
Las voces, gesticulacion y modo de argumentar de ambos contendientes era algo graciosisimo, de pelicula de Aldo Fabrizi; ambos se mostraban muy enérgicos y ninguno parecia dispuesto a ceder. Pero la guía que no queria perder más tiempo, presionó al conductor de su autobus, quien subió refunfuñando al volante para hacermarcha tras y dejar paso al otro.
Entonces la señora, con triunfal sonrisa, aclaro a los turistas que dirigia_:_ – Este espectaculo, no previsto en el programa, es absolutamente gratuito. De las dos parejas japonesas que habian venido en nuestra embarcacion, una partía en el autobus y la otra se quedaba en Capri, y su despedida fue la más cortés y delicada que haya visto nunca.
Puestos de frente, con esquisita sonrisa de amabilidad, cada caballero con su dama al lado y los cuatro con los brazos pegados al cuerpo se inclinaron varias veces ceremoniosamente, y la pareja que quedó en tierra, no dejó de mirar en dirección hasta el vehiculo hasta perderlo de vista. Nuestro occidental apretón de manos, junto a la finura y delicadeza de este saludo oriental, me pareció un gesto rupestre.
La travesía de vuelta transcurrió sin novedad, aunque el balanceo de la embarcación era más pronunciado que a la ida. Pajarito Frito, esta vez, iba de conversación con un señor macilento, de cierta edad, y parecía más animada. La hidroterapia le había sentado bien.
Un acordeón volvio a tocar Santa Lucia y el marinero de la voz sorda y profunda cantó de nuevo:
Venite all'agile,
barchetta mia...
Barchetta mía... – repetia yo maquinalmente--. ¿Quién no tiene su barquita? Todos tenenos nuestra barquita imaginaria y todos esperamos que llegue, veloz y airosa, con su pacotilla de felicidad.
Luego... Luego llega lo que llega; Pajarito Frito, por ejemplo, debía esperar una barquita fuerte y gallarda, y al final, había tenido que conformarse con un lanchon desvencijado. Cualquier cosa es buena con tal de no hundirse.
A nuestra arribada vi ponerse el sol por la parte del mar, lo que para un vecino de Valencia no deja de ser una novedad. Y no sé si por influjo o en recuerdo de la estancia de Wagner en Sorrento, aquel ocaso, con los rayos solares perforando y coloreando las nubes de bermellones y violetas, fue un ocaso verdaderamente espectacular, wagneriano.
(sigue...)Work in progress...
La Laguna (71) per N. Cataldo (Nico vi saluta!)
VERSIONE SPAGNOLA
Ciao a tutti, come va?
È un bel po' che non ci sentiamo, vero? Chi di voi mi legge da tempo avrà notato che l'ultimo mio blog risale a fine luglio e che ho "saltato" il mese di agosto... spero abbiate sentito la mia mancanza. Anzi, spero di no perché ho una notizia: quello che vi sto scrivendo è il mio ultimo blog e questa volta non si tratta, come in alcuni casi precedenti, di un Pesce d'aprile o del Día de los Inocentes. In ogni caso non preoccupatevi per me: sto bene, anzi benone. E allora perché questa decisione? Diciamo semplicemente che, rileggendo i blog degli ultimi anni, ho notato che si ripetevano un po' e, in generale, sento di essere un po' a corto di ispirazione. Come si dice in questi casi, lettore avvisato, mezzo salvato. E allora a questo punto posso raccontarvi come sono andati gli ultimi due mesi.
In ordine cronologico inverso tocca cominciare dall'ultimo fine settimana, il penultimo di settembre, con un classico: gran bel film venerdì sera al TEA. In questo caso si è trattato di La rivoluzione silenziosa, film tedesco ambientato in Germania Orientale nel 1956. Preferisco non farvi spoiler e quindi mi limito a dirvi di dargli una possibilità perché sono due ore ben spese.
La seconda settimana di settembre, invece, è stata contraddistinta dalla visita di una parte della famiglia. Mio fratello, sua moglie e le loro figlie si sono fermati sull'isola per quasi dieci giorni e ci siamo divertiti davvero tanto tra grandi pranzi e cene e visite a paesaggi naturali che continuano a lasciarmi a bocca aperta. Credo che a lui sia piaciuta soprattutto l'escursione a Punta Teno con la spiaggia alla fine dello spettacolare paesaggio vulcanico.
Evidentemente li ho portati anche dal Padre Teide, a Masca, a Benijo, San Andrés, Icod de los Vinos, etc etc... e dopo averli accompagnati all'aeroporto sud dell'isola mi sono fermato a El Médano per vivere la mia seconda Romería dedicata a la Virgen de la Mercedes Roja, che ho accompagnato personalmente dalla sua chiesa fino alla spiaggia dove poi ho fatto il bagno nell'acqua benedetta dalla sua presenza. Non so se aveva benedetto anche il vino, ma io, casomai, me ne sono fatto un paio di bicchierini che non fa mai male ;) E poi era il modo ideale per accompagnare la musica e la gran atmosfera che c'era nella piazza del paese e per festeggiare il compleanno della mia amica Sandra.
Facendo un altro passo indietro arriviamo al primo fine settimana del mese di settembre con altri due meravigliosi film al TEA: Nos vemos allá arriba, fantastica pellicola antibellica francese, ed El Huido de Pablo Fajardo, opera prima di un regista canario che tra l'altro è figlio di due bravissimi miei studenti, nonché amici. Si tratta di un documentario che racconta la storia di Manuel Hernández Quintero, il sindaco più giovane della Seconda Repubblica Spagnola, costretto a nascondersi tra le montagne e le spiagge de El Hierro per otto lunghi anni perché ingiustamente perseguitato dalle truppe franchiste durante e dopo la fine della Guerra Civile Spagnola.
Possiamo quindi definire settembre come il mese del cinema e del ritorno ad una serie di attività culturali, e non, abituali. Per il resto, come sempre, un po' di calcio, sia attivo che passivo. Proprio ieri, per esempio, ho giocato due partite a calcetto una dietro l'altra. Erano forse vent'anni che non giocavo due ore di seguito a calcio e devo dire che mi ha fatto sentire proprio bene fisicamente e psicologicamente. Tanto che domani sera farò un'altra partitella
Per quanto riguarda il calcio passivo, sto seguendo la Champion's e sabato sicuramente non mi perderò il derby di Madrid, sperando che questa volta contro l'Atletico, al mio Real vada meglio che nel mese di agosto. Credo di sì perché, Supercoppa Europea a parte, il Real sta giocando proprio bene.
Il Tete, invece, non va per niente bene tanto che è stata la prima squadra del campionato di seconda divisione spagnola a cambiare allenatore. È tornato un vecchio amico del club biancazzurro, José Luis Oltra che quasi dieci anni fa era stato l'allenatore artefice dell'ultima promozione del Tenerife in prima divisione. Qui sull'isola, ovviamente, è amatissimo e tutti i tifosi del Tete, io compreso, sperano che possa ottenere nuovamente grandi risultati.
Se il mese di settembre ve l'ho raccontato al contrario, agosto, invece, lo facciamo nell'ordine cronologico classico anche perché la parte migliore del mese è quella che va dal sei al 17. In quelle date ho fatto una specie di tour dell'Andalusia macinando quasi duemila chilometri in undici giorni. In compagnia di un nutrito (anche troppo) gruppo di amici ho toccato tutte le province della regione meno Huelva. Un possibile riassunto: grande gastronomia, bellissime spiagge e un caldo bestiale, soprattutto nell'entroterra. Siamo passati da Siviglia, Cordoba e da Granada per visite brevi ma intense e non solo dal punto di vista climatico e ci siamo fermati tre giorni a Cazorla, in provincia di Jaén, per il matrimonio di Ramón e Daniela. Sulla costa abbiamo toccato Cadice, Tarifa, il Capo di Gata e Malaga dove le spiagge erano davvero belle e le temperature più sopportabili. E poi abbiamo anche passato una mezza giornata a Gibilterra, con tanto di pranzo a base di fish and chips e pinta di birra, foto nelle classiche cabine telefoniche di stile britannico e un'Africa alla quale non mi ero mai sentito così vicino e non solo fisicamente.
Vi racconto un aneddoto per spiegarvi meglio cosa voglio dire.
La prima notte della vacanza l'abbiamo passata guidando da Siviglia a Cadice dove ci siamo concessi una dormita di un paio d'ore in spiaggia prima di dirigerci verso Tarifa dove avevamo prenotato l'ostello. In condizioni normali, da Cadice a Tarifa ci si arriva in un'ora di macchina, ma in cinque nel corso di una brillante colazione organizzativa abbiamo deciso di fare delle soste intermedie per visitare le spiagge di Conil de la Frontera e Caños de Meca e il bel centro storico di Vejer de la Frontera. E così siamo arrivati a destinazione verso le otto di pomeriggio e lì si è verificata la prima connessione con il continente africano. Ad un certo punto della strada, dopo una curva sono apparse le montagne del Marocco mentre in macchina prendevano solo radio marocchine con il muezzin che chiamava a messa la comunità islamica e ci invitava in Africa. Caro Muezzin, a questo giro non è stato possibile, ma la prossima volta non mancheremo. In qualsiasi caso, il momento è stato a dir poco mistico e preludio di tre giorni spettacolari passati in provincia di Cadice.
Nella seconda parte di agosto mi sono dedicato soprattutto a ultimare il trasloco e tutti i documenti necessari dopo un cambio di residenza e a vedermi con alcuni amici che non vedevo da un bel po'. Per esempio, Laura, Miguel, Mercedes, Leti, Sandra, Roi, Gabriela, Teo, Montse e soprattutto Juan perché con lui non so quando ci rivedremo. Per lavoro se ne è andato a Roma e poi l'anno prossimo si trasferirà ad Atene. Inutile dirvi che mi sto gia organizzando per fargli una visita in Grecia.
Tra l'altro con lui e gli ultimi quattro della lista siamo riusciti ad evadere da una delle Escape Room de La Laguna in meno di un'ora. Con un buon lavoro di squadra, abbiamo passato un piacevole pomeriggio e ci siamo premiati con una cena a La Carpintería, uno dei miei ristoranti preferiti della città, anche perché trattasi di cucina galliziana.
Da Miguel e Mercedes, due miei ex studenti, invece, ho passato una bella serata con i racconti del loro viaggio di due settimane a luglio in Puglia. Sono davvero contento che si siano divertiti così tanto e che i miei consigli li abbiano fatti sentire meno turisti e quasi autoctoni. Anche i loro figli sembravano entusiasti dell'esperienza.
Per il resto qualche serie nuova (in attesa di The Walking Dead) e qualche buon libro con García Márquez gran protagonista delle mie ultime letture. Il tutto aspettando che arrivi ottobre che è sempre (e lo sarà anche quest'anno) un mese davvero intenso sul lavoro.
E questo è quanto, Ladies and Gentleman. È stato davvero un piacere raccontarvi tutte le mie avventure, o almeno quelle che si potevano raccontare ;) Grazie mille. Per la pazienza, soprattutto.
Un abbraccio,
Nico